Este palacio fue adquirido por el Metro de Santiago en 1974, pero su historia comienza mucho antes. En 1912, Jorge Astaburruaga adquirió el terreno a muy bajo precio, y decidió construir la casa en 1913 como un regalo para su familia. Lamentablemente no le fué bien en los negocios, y se vió obligado a venderla al poco tiempo después de que estuvo terminada.

Hacia 1928 la casa ya había tenido cinco dueños, y cada vez se valorizaba más. Su última propietaria la compró en más de 1 millón de escudos, pero debido a una sorpresiva enfermedad que le provocaría la muerte, decidió donar la casona al Hogar Catequístico Juanita Ossa de Valdés.

Así, la Casona estuvo en manos de esta escuela durante varias décadas. Sin embargo, los problemas para este hogar nunca estuvieron ausentes, llegando incluso a la expropiación de la casa por parte del fisco en 1974 por más de cien millones de escudos, debiendo cambiar su sede a un edificio ubicado en Miguel Claro (lugar donde funciona hasta hoy). De esta manera, el gobierno traspasó la casona a una de las empresas fiscales más importantes del país: el Metro de Santiago, quien luego de remodelarla le ha dado diversos usos, desde la realización de eventos en sus salones, hasta ser centro de capacitación de sus funcionarios.